El despilfarro alimentario, además de un problema ético, también lo es de carácter económico y ambiental.
Según un estudio elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio ambiente, un 5% de de los alimentos que compramos acaba en la basura, siendo los alimentos no elaborados los mayoritarios.
El 72% de los consumidores reconoce tirar alimentos por no organizar bien las compras; el 50%, porque se olvida de congelar ciertos productos, que permanecen en la nevera hasta que se echan a perder; y un 37% tira sobras, ya sea directamente del plato o tras haber pasado (sin éxito) por el frigorífico
Visto entonces que el no organizar bien las compras es el motivo mayoritario de despilfarro, se debe conocer la diferencia que existe entre “consumir hasta”, que implica una fecha límite de consumo relacionada con la seguridad alimentaria, y “consumir preferentemente antes de”, que hace referencia a una fecha de consumo mínima, tras la cual el producto aún puede ser consumido. Para ello debemos saber que:
La fecha de caducidad: Es el momento a partir del cual un alimento ya no es apto para su consumo, porque podría ser perjudicial para la salud. Esta fecha se determina mediante estudios microbiológicos.
La fecha de consumo preferente: Fecha a partir de la cual las propiedades físico-químicas y organolépticas del producto (sabor, color, olor o textura) empiezan a modificarse y pueden ser percibidas de forma negativa por el consumidor. Se estima mediante estudios físico-químicos y organolépticos.
Las iniciativas empresariales que luchan contra el desperdicio alimentario ofreciendo a sus clientes productos cuya fecha de consumo preferente ha expirado hace pocos días o está a punto de hacerlo, pero siguen siendo aptos para el consumo, es algo habitual para los consumidores estadounidenses o del norte de Europa. Sin embargo, aunque en España es cada vez más frecuente encontrar este tipo de ofertas en grandes superficies de alimentación, especialmente en productos frescos.