El final del verano es el momento ideal para hacerlo: tenemos gran variedad de frutas y verduras, y así conseguimos consumir de una manera muy fácil y sana, alimentos fuera de temporada, preservándolos del ataque de los microorganismos patógenos y mantenerlos en las mejores condiciones posibles durante un período de tiempo mayor al de su vida útil.
Las conservas hechas en casa permiten mantener muchas de las vitaminas, proteínas y nutrientes de los alimentos. Algunas vitaminas se pierden, pero se conservan muchas otras y los jugos de cocción conservan las sales minerales de las verduras y frutas.
Entre las más frecuentes se encuentran la salsa de tomate, las mermeladas o los vegetales en vinagre.
La respuesta es SI, si en la elaboración de conservas caseras se toman una serie de precauciones encaminadas a evitar la proliferación de microorganismos no deseados y garantizar la seguridad del alimento. Las bacterias responsables del deterioro contaminan fácilmente el alimento cuando las condiciones del medio son favorables para su multiplicación.
Uno de los puntos más importantes para elaborar conservas en casa es la correcta selección del alimento a conservar. Se deben elegir alimentos frescos, sin golpes ni magulladuras. Deben lavarse y eliminar los restos de tierra y del mismo vegetal. Así, se reduce notablemente la carga microbiana superficial.
La higiene debe controlarse durante todo el proceso: las manos deben estar limpias y los utensilios y envases desinfectados y bien escurridos. La contaminación cruzada también puede ser frecuente y, para evitarla, se deben utilizar utensilios limpios para cada alimento. Nunca deben reintroducirse en un frasco utensilios con restos de otro alimento, por mínimos que sean. Para esterilizar todos los instrumentos utilizados se pueden hervir durante 15 minutos y, posteriormente, escurrirlos bien. A la hora de manipularlos, nunca se debe tocar el interior del recipiente. Para envasar las conservas se deben utilizar envases homologados para uso alimentario, y es recomendable que éstos sean de vidrio y con un buen cierre.
Es preferible preparar las conservas en pequeñas cantidades y en envases poco profundos. Si es demasiado alto y muy profundo las capas más internas quedan privadas de oxígeno, lo que favorece el crecimiento de ‘Clostridium’.
Clostridium botulinum es un microorganismo, que produce la toxina responsable de la toxiinfección: Botulismo, la más común derivada de las conservas caseras, que causa parálisis y, según la dosis de toxina ingerida, puede ser más o menos grave, incluso mortal en muchos casos.
Esta bacteria es sensible al calor (se inactiva entre 80ºC y 115ºC) y sensible a pH ácidos (no se multiplica en pH inferior a 4,5). Durante la elaboración de la conserva se deben cocer bien los alimentos (aproximadamente 120ºC) durante al menos 10-15 minutos para eliminar las esporas más resistentes del patógeno. En los alimentos que no reciben tratamiento térmico se evita el crecimiento de la toxina modificando el valor de pH y/o de la actividad del agua.
El patógeno se inactiva a bajas temperaturas, con lo que durante los tiempos ‘muertos’, es decir, entre un paso y otro de la elaboración, se debe procurar mantener el alimento a bajas temperaturas.