Gran parte de la población consume una gran variedad de alimentos sin que le produzca ningún problema, pero cada vez son más las personas que sufren diversas reacciones adversas asociadas a la ingesta de determinados alimentos, con especial incidencia en los niños.
Estas reacciones pueden abarcar desde pequeñas erupciones hasta reacciones alérgicas graves, y pueden deberse a padecer una alergia o una intolerancia alimentaria.
Diferencias
Muchas veces se confunde la alergia con la intolerancia alimentaria, pero una de las principales características que las diferencia es que en las alergias alimentarias interviene el sistema inmunológico, mientras que en las intolerancias es una reacción adversa del propio metabolismo, excepto en el caso de la intolerancia al gluten.
Por un lado, las alergias alimentarias son una forma específica de intolerancia a un alimento o uno de sus componentes, que activa el sistema inmunológico. Las sustancias causantes de las alergias no son los alimentos en sí mismos, sino algunas de las proteínas que forman parte de su composición, que se denominan alérgenos.
El alérgeno provoca una serie de reacciones no tóxicas en cadena en el sistema inmunológico, desarrollando anticuerpos y provocando la liberación de mediadores de histamina, responsables de la aparición de los síntomas de la alergia. Al eliminar el alérgeno de la dieta desaparece la respuesta anómala y los síntomas.
Por su parte, la intolerancia es una reacción adversa del propio metabolismo, sin participación del sistema inmunológico, ante la ingestión de un alimento o componente de un alimento. En la mayoría de los casos se debe a alteraciones genéticas o adquiridas que impiden la digestión, asimilación y aprovechamiento de algunas sustancias que contienen los alimentos.
Éstas no se producen de manera inmediata, los síntomas pueden aparecer más lentamente y son similares a los digestivos causados por las alergias (náuseas, diarrea, dolor intestinal, cólico, cefalea, sensación de calor, etc.). En este sentido, la intolerancia es como una “alergia escondida” en la medida en que la reacción es menor a la de una alergia. A diferencia de estas, se pueden consumir pequeñas cantidades del alimento o del componente alimenticio sin que den síntomas.
Existen varios tipos de intolerancia alimentaria:
Prevalencia, diagnóstico y tratamiento
Actualmente, se calcula que la prevalencia de las alergias alimentarias es mucho menor de lo que cree el público, aunque una de cada tres personas afirme ser alérgica a algún alimento. Respecto a las intolerancias, la de la lactosa afecta aproximadamente al 10% de la población, y la enfermedad celiaca estimada en los europeos y sus descendientes es del 1%, aunque un porcentaje importante de pacientes (75%) están sin diagnosticar.
Tanto las alergias como las intolerancias alimentarias se pueden diagnosticar adecuadamente utilizando métodos de detección científicamente válidos. Sin embargo, hay que prestar especial atención al tipo de síntomas, su frecuencia y a si se dan cuando se consumen determinados alimentos.
En cuanto a las alergias, un mismo alérgeno alimentario no produce siempre ni la misma sintomatología ni en el mismo grado de intensidad, y la cantidad de alimento que provoca síntomas varía también en cada paciente. Los síntomas, sin embargo, pueden ser cutáneos, digestivos, respiratorios o anafilaxia, la reacción más grave y que requiere una intervención inmediata.
Los síntomas de la intolerancia, por su parte, pueden variar de una intolerancia alimentaria a otra: dolores abdominales, estreñimiento, fatiga crónica, diarrea, síndrome de intestino irritable, dolores de cabeza, pérdida de peso, etc.
Por lo que respecta al tratamiento a llevar a cabo, el abordaje dietético en las intolerancias va dirigido a minimizar los síntomas, reduciendo la ingesta de los alimentos que los causan o excluyéndolos por completo de la dieta. En cuanto a las alergias, el tratamiento más efectivo puede incluir evitar el alimento o desensibilización, durante la cual se ingiere una pequeña cantidad del alimento cada día bajo la supervisión de su médico. Otros tratamientos que incluyen inyecciones contra las alergias y probióticos no han demostrado ayudar con las alergias alimentarias.
CONCLUSIÓN
Ya que se tratan de dos patologías con síntomas similares, molestos y en determinadas ocasiones graves, es sumamente importante que si se presentan éstos se acuda a un médico para confirmar el diagnóstico, y de ese modo abordar a tiempo la enfermedad con el fin de mejorar no sólo la salud si no la calidad de vida
Fuente: www.infoalimenta.com