En la carne procesada (hamburguesas, salchichas, kebab…) su presencia es bastante apreciada por la industria, no solo porque protege su sabor sino por su capacidad para retener el agua y elevar el peso de las piezas. En el caso del kebab, como la carne se dispone en vertical, es aún más valorada esa virtud de los fosfatos para evitar que el agua se escape.
Pero cardiólogos y nefrólogos solo ven inconvenientes en los fosfatos añadidos a la comida. Son los grandes enemigos del corazón y los riñones. Incluso su consumo se ha relacionado, con un envejecimiento acelerado del organismo.
Por eso, reclaman que el etiquetado de la comida procesada advierta de su presencia, como ya se hace con la sal o la grasa.
La legislación europea no permite como norma general recurrir a este aditivo en las preparaciones de carne, aunque cada vez se utilizan más porque se cuelan como excepciones a la normativa general.
La industria del kebab quiere ser una de esas excepciones, aunque ya ha perdido el primer combate. La comisión de Salud del Parlamento Europeo acaba de rechazar una propuesta de la Comisión Europea que hubiera permitido la presencia de ácido fosfórico y polifosfatos en la carne del kebab en todas sus versiones, ya fuera de cordero, ternera o de pollo.
No es la última palabra porque durante el próximo año la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria tiene previsto reevaluar la seguridad de los fosfatos como aditivos. En el caso de este plato típico en Irán, Paquistán, Turquía y la India, la solución no podría pasar por colocar una etiqueta donde se alertara de su presencia porque no es un producto de consumo casero. No tiene etiqueta y, por tanto, no se puede informar a los consumidores.
De la existencia de fosfatos no se alerta en el kebab y tampoco resulta fácil descubrirlos en otros alimentos procesados. El 85 por ciento de los platos de comida rápida contienen fosfatos. En la etiqueta de los alimentos procesados no se suele especificar. Son aditivos que están marcados con la letra E y un número. Embutidos, salchichas y precocinados los contienen. Pero también son fuente artificial de fosfatos otros productos tan consumidos como los refrescos o las galletas.
El fósforo o los fosfatos están de forma natural presentes en los alimentos más ricos en proteínas. El salmón, la carne sin procesar o el queso son ricos en este compuesto. Sin embargo, no son tan dañinos como los añadidos como saborizante, conservante o aditivo. Cuando son artificiales se absorben con facilidad por el intestino.
En general toda la comida procesada (platos preparados y precocinados, embutidos…), carne mejorada y productos de pollo como los nuggets, galletas y tortitas, crepes de comida rápida, magdalenas y la mezcla para tortitas, té helado enlatados o embotellados (algunas marcas), refrescos de cola, aguas con sabores, queso fundido para untar y pan congelado