Ferias y comidas populares en verano son actividades lúdicas en las que se sirven y degustan alimentos que pueden tener repercusiones en la salud si no se toman las medidas oportunas.
En el verano, es difícil no encontrar un pueblo en el que no se celebre una feria, verbena o cualquier evento popular, en el que además de diversión, se ofrecen alimentos a los participantes.
La preparación y venta de alimentos en la vía pública es una tradición muy arraigada desde hace años con motivo de la celebración de fiestas populares. Si bien son situaciones en las que hay cierta relajación, fruto del ambiente lúdico-festivo, no se debe olvidar que, si se trata de comida, deben agudizarse los sentidos para evitar que una inadecuada manipulación y que esto constituya un riesgo para la salud de los comensales.
Un pequeño gesto erróneo (no lavarse las manos, mezclar alimentos crudos con cocinados o no respetar la temperatura de conservación puede suponer la aparición y formación de bacterias patógenas. Quienes manipulen comida o estén en contacto con ella deben seguir unas mínimas pautas de higiene y, aunque no sean profesionales, deben conocer cuáles son y cómo deben aplicarlas.
Cómo conseguir una fiesta más segura
Los principales responsables de la seguridad alimentaria de estos actos, que son de competencia municipal, son los elaboradores y comercializadores de los alimentos. Estos deben garantizar la inocuidad y cumplir con varios requisitos de higiene:
Todas estas acciones tienen como finalidad evitar tanto riesgos biológicos (intoxicaciones por bacterias como Salmonella o presencia de insectos en los alimentos); riesgos físicos, como la aparición de cuerpos extraños que se añaden por accidente; o riesgos químicos, como la existencia de plaguicidas en frutas y verduras o la formación de sustancias tóxicas como consecuencia, por ejemplo, de procesos de cocción como la fritura.
Hay que prestar especial atención a distintos puntos y procedimientos, como las instalaciones, la procedencia de los alimentos, las manipulaciones, el almacenamiento y la exposición de los alimentos y los residuos, un factor importante a menudo olvidado. El objetivo de todo ello es que los alimentos que se sirven sean inocuos para el consumidor.
Ferias y mercados ambulantes
El sector de las ferias y mercados ambulantes está regulado por la legislación española. Este tipo de servicio, que puede ofrecerse tanto en instalaciones municipales como al aire libre, también debe cumplir con estrictas condiciones de higiene en todas las fases de producción, desde la preparación hasta la venta y la recogida final.
En estos casos, el titular del puesto es el responsable de garantizar la formación, en materia de higiene y seguridad alimentaria, de la persona que trabaja allí. Algunos de los requisitos obligatorios con los que deben contar son permisos sanitarios o un sistema de identificación de los productos que se ofrecen. La manipulación de alimentos en espacios abiertos comporta la exigencia de unas condiciones sanitarias adecuadas, a fin de evitar enfermedades asociadas con la ingesta de alimentos.
Este tipo de instalaciones deben tener acceso al agua potable, mantener la cadena del frio y no situarse cerca de contenedores de basura. La limpieza también es fundamental, así como las condiciones de conservación (temperatura, almacenamiento, envases) y contar con vitrinas y expositores donde dejar los alimentos, evitando así que los consumidores toquen la comida.
Hay infinidad de alimentos que se sirven en este tipo de stands: desde frutas y verduras (en un importante número de los casos), a confitería, pan y derivados, quesos, comida preparada o frutos secos, entre muchos otros. Cada uno de ellos debe cumplir con una serie de requisitos específicos, en cuanto a manipulación, conservación y exposición, que permita al cliente adquirirlos con las máximas garantías de inocuidad.