En muchas ocasiones tras un baño en la piscina de tu comunidad, el hotel o gimnasio notamos que los ojos se irritan y enrojecen y que nuestra piel se vuelve mas seca. El primer pensamiento que tenemos es el de echarle la culpa al cloro, en concreto a su exceso, pero en realidad el cloro no es la causa, sino uno de sus derivados: las cloraminas, se forman al entrar en contacto el cloro con las sustancias orgánicas presentes en el agua: el sudor, saliva, cabello, orina, los insectos, hojas, etc.
Las cloraminas tienen un fuerte carácter irritante, afectando ojos, piel, nariz, y vías respiratorias. El típico “olor a cloro” en la piscina no es otra cosa más que cloraminas en forma de gas, y la expresión de que “la piscina tiene demasiado cloro” cuando aparecen los primeros ojos irritados, en realidad significa lo contrario: No hay suficiente cloro libre en el agua.
Las cloraminas son compuestos más nocivos de lo que parece. Una exposición larga a la cloramina puede llegar a provocar asma y otras afecciones respiratorias, principalmente en niños.
La cloramina puede llegar a lesionar el epitelio pulmonar y provocar síntomas asmáticos (tos, pitos en el pecho y ahogo) o provocar asma en niños con predisposición. La probabilidad de presentar alguno de esos síntomas aumenta cuanto más pequeño sea el niño, más tiempo permanezca en la piscina, más agua de la piscina ingiera, menos higiene personal se exija a los usuarios y mayor sea la temperatura del agua.
Los niños de hasta seis y siete años, que chapotean más que nadan, están más expuestos porque inhalan y tragan más partículas de agua con cloramina.
La única forma de acabar con ella es añadiendo más cloro, en un tratamiento de choque que, no obstante, debe ser controlado minuciosamente.
El nivel de cloro libre (el que no se ha convertido en cloramina) debe estar entre los 0,6 y 1,5 miligramos por litro, con un nivel de pH entre 7,2 y 7,8.
Los niveles de cloramina son mayores en las piscinas cubiertas, con mayor temperatura del agua y con malas condiciones higiénicas de los nadadores.
Recomendaciones
Es importante no dejar a los menores un tiempo demasiado prolongado en el agua, intentar evitar que la traguen y exigir a los padres de niños pequeños el uso de pañales adecuados capaces de absorber la orina en el agua.
Pero no sólo los niños son vulnerables, también todos aquellos que padecen alguna alergia o enfermedad respiratoria, así como las personas más expuestas al agua de la piscina, como los monitores, cuidadores y el personal de mantenimiento, a los que recomiendan ser «inflexibles y exigentes en el cumplimiento de las adecuadas condiciones higiénicas de la piscina y su entorno.