Un 80 % de las aplicaciones para drones están dedicadas al sector agrícola, pero aun no calan en el agricultor ya que éste necesita conocer los beneficios que supone ésta práctica y de una recomendación agronómica que le resulte útil y que no le complique su trabajo diario.
El dron es una herramienta de gran utilidad en la agricultura, ya que es capaz de localizar un problema en el campo y su uso permite anticiparse a ellos (estrés hídrico, sobre o infraalimentación en los cultivos…) y reducir la siniestralidad, pero los expertos inciden en que se precisa del “ingenio” de los expertos en agronomía para llegar al agricultor.
Además el dron aporta otras ventajas, como son el ahorro de insumos y de costes o tratamientos más localizados y precisos. Sin embargo, el reto hoy en día es que aunque cualquier persona, gracias a la automatización de estos sistemas será capaz, con relativa facilidad, de obtener imágenes, debe tener con conocimientos en agronomía, para tomar las decisiones oportunas para saber qué hacer en el cultivo.
Los drones y su equipamiento se han abaratado sobremanera, lo que posibilita su popularización en la agricultura: antes un equipo costaba 60.000 euros, ahora por poco más de mil euros es posible tenerlos en el mercado.
La nueva tecno-agricultura con drones mejorará los resultados en el campo, pero no hay que perder de vista que hay que tener los pies anclados al suelo, y que interpretar esos datos para convertirlos en recomendaciones agronómicas son necesarias las personas, en este caso los agrónomos.