Los hidratos de carbono son un nutriente tan necesario como polémico, pues no cualquier hidrato es bueno y al momento de elegir debemos saber diferenciar muy bien sus alimentos fuente. Por eso, hoy hablamos de las harinas refinadas: las claves para localizarlas y las razones para evitarlas en tu alimentación.
Las harinas refinadas son aquellas cuyos granos enteros han sido sufrido un proceso industrial con el fin de conseguir partículas mas finas, más digeribles, pero en dicho proceso han perdido gran parte de su fibra así como de su calidad nutricional.
Las harinas refinadas y sus derivados son alimentos de alto índice glucémico lo que indica que su consumo eleva rápidamente la glucosa en nuestra sangre.
La ingesta frecuente de este tipo de alimentos de alto índice glucémico puede inducir cambios metabólicos en nuestro cuerpo que generen entre otras cosas, mayor riesgo de sufrir cardiopatías, obesidad, diabetes, cáncer, e infertilidad, según un estudio realizdo por la Escuela de Salud Pública de Harvard.
Por otro lado, las harinas refinadas consumidas solas, no sacian, pudiendo tener un efecto adictivo propio de la respuesta placentera que desencadenan los hidratos de fácil absorción en el organismo.
Las harinas refinadas aportan energía de mala calidad que podemos reemplazar perfectamente por granos enteros, frutas y/o verduras frescas con menor índice glucémico, más vitaminas y minerales.
Las harinas refinadas nos rodean y prueba de ello podemos encontrar en nuestra cocina si analizamos los ingredientes de cada uno de los productos que tenemos al alcance de la mano.
La harina de trigo como tal, la blanca, es harina refinada y todo aquello que la contenga es fuente de este ingrediente para nada necesario, por ejemplo: galletas, snacks comerciales, bollería, pan blanco, pastas, pizzas y muchos otros productos más.
Si bien podemos asumir que un cereal de desayuno está elaborado con harinas refinadas, la clave para localizar las mismas es mirar su listado de ingredientes, pues sólo allí sabremos si un alimento incluye harina de trigo, almidón, féculas u otras harinas refinadas.
Nos sorprenderemos de la gran variedad de productos que contienen harinas refinadas, pues hasta fiambres y embutidos pueden incluir las mismas entre sus ingredientes como podemos ver en este ejemplo de jamón cocido:
Carne de cerdo (45%), agua, almidón, sal, azúcar, antioxidante (E-316), estabilizantes (E-451, E-407, E-412), proteína de soja, dextrosa, aromas, conservador (E-250), aroma de humo, colorante (E-120) y potenciador del sabor (E-621).
Además de azúcar, este producto posee almidón entre sus ingredientes, que es usado para dar solidez y homogeneidad a muchos alimentos industriales, y entre los estabilizantes también podemos encontrar féculas además de gelatinas.
La clave para localizar harinas refinadas es mirar el listado de ingredientes, pero sobre todo, pensar que podemos evitar las mismas si prescindimos de los alimentos procesados y nos apuntamos a una dieta más natural, con más ingredientes frescos y menos productos, pues es claro que las harinas refinadas son de por sí, creación de la industria alimenticia.
Si hemos decidido reducir las harinas refinadas en nuestra dieta, además de evitar los alimentos procesados, podemos acudir a algunas alternativas saludables:
Éstas son algunas opciones más sanas a las harinas refinadas que es necesario aprender a localizar e intentar reducir en nuestra dieta si buscamos proteger la salud del organismo ante todo.