La bacteria de salmonella, modificada para que pierda su patogenicidad y a cambio gane un gen de otra bacteria, ha reducido el tamaño de tumores implantados en ratones hasta el punto de que en buena parte de ellos ya no resulten detectables.
En la Universidad Nacional Chonnam, de Corea del Sur, se han ensayado con éxito bacterias modificadas genéticamente que se infiltran en los tumores y estimulan el sistema inmunitario para que mate a las células malignas. Los investigadores han publicado los resultados en la revista Science Translational Medicine.
Hace tiempo que se experimenta con la posibilidad de usar cepas de Salmonella como vector para que los fármacos lleguen directamente a los tumores. La razón es que en casi todos los tumores sólidos hay amplias zonas necrósicas e hipóxicas (pobres en oxígeno), en las que diversas cepas de esa bacteria se alojan preferentemente aunque pueden también vivir en ambientes bastante ricos en oxígeno. Esta estrategia requiere, sin embargo, inyectar las bacterias numerosas veces; y, sobre todo, no evita las recaídas.
Jin Hai Zheng y sus colaboradores han empleado ahora Salmonella typhimurium como caballo de Troya para infiltrar en los tumores una proteína que estimula la respuesta inmunitaria del organismo. En particular, han privado a S. typhimurium de los genes responsables de la patogenicidad de la bacteria (puede causar gasteroenteritis) para insertar en su lugar un gen que codifica la proteína flagelina B (FlaB), que procede de otra bacteria, Vibrio vulnificus.
Zheng y sus colaboradores han inyectando S. typhimurium así modificado en un grupo de ratones con cáncer de colon. Su número en los tumores llegó a ser 10.000 veces superior al de las bacterias presentes en los órganos vitales, donde por otra parte no habían causado ningún efecto patológico. A los 27 días de la implantación de los tumores se había registrado en todos los animales su regresión y en 11 animales de 20 sus dimensiones habían disminuido hasta el punto de que ya no resultaban detectables. Incluso las metástasis que ya mostraban algunos ratones se redujeron y en el grupo de los ratones tratados se manifestaron solo tres metástasis, por 44 observadas en los ratones de control.
La proteína FlaB tiene la capacidad de estimular la actividad de algunos glóbulos blancos –los macrófagos– que aumentan notablemente el porcentaje de células tumorales fagocitadas. Pero este efecto no es una consecuencia directa de FlaB (como demuestra el que la inoculación directa de la proteína en la masa tumoral no produce la reducción de la masa tumoral), sino de su interacción con la bacteria.
Los autores sostienen que estas bacterias sometidas a ingeniería genética podrían representar, también desde el punto de vista de la seguridad, una prometedora estrategia contra el cáncer.
Fuente: investigacionyciencia